Los que ya hace tiempo que me conocéis sabéis que estoy en las fechas de las efemérides. Entre abril y mayo acumulo muchas emociones que me mueven de arriba abajo. Cada mes de abril empiezo por la fecha en que perdí a mi padre. Seguidamente, el nacimiento de Pol y su posterior despedida después de 3 días, coincidiendo con el aniversario de boda. Después viene mi renacimiento, del que este año se han celebrado los 19 años. Y tal día como hoy es mi cumpleaños. Hoy cumplo 45 años.
Pero este año añado a la lista de efemérides, una que no sé si voy a contar anualmente, pero que seguro que ha servido para hacer un gran paso de gigante en mi crecimiento personal. Los tres días superintensos que he pasado con mis compañeros de la TEDxAlcoi. Todo un reto de crecimiento que tendréis la oportunidad de valorar el resultado cuando se publique el video. De momento me limitaré a contar por qué fue una experiencia tan enriquecedora.
Pasé casi todo el miércoles repitiendo y escenificando el texto de mi charla. Llegó el momento de los ensayos del jueves por la tarde en el escenario real. El ambiente estaba cargado de muchos nervios y mucha presión. El nivel de estos era inusualmente alto. Tengo que remontarme a cuando tenía 20 años y tenía presentaciones en aforos de altos ejecutivos para recordar tantos nervios.
Cada vez que intentaba fluir encima del escenario me notaba más bloqueado y menos inspirado. Dicho de otra forma, fui incapaz de decir el texto sin equivocarme y bloquearme varias veces. Fue un golpe muy duro ver que no era capaz de escenificar eso que había repetido más de un centenar de veces.
Unos momentos muy duros para mí, tuve que aislarme de los ensayos un buen rato para poder empezar mis ejercicios de meditación y que estos me permitieran volver a conectar conmigo y recuperar mi confianza. Me sentía como un farsante encima del escenario. Después de saberme el texto a la perfección y escenificarlo de forma magistral delante de mi mujer, pensaba que ya lo tenía controlado.
Pero la realidad era muy distinta, ese gran teatro Calderón de Alcoi lleno de voluntarios y profesionales trabajando a contra-reloj para tenerlo todo listo me imponía tanto que me sentía como un principiante. Por suerte, David, el gran maestro de ceremonias, me dio la oportunidad de repetir mis ensayos a última hora. Esa oportunidad fue clave para empezar a fluir y a sentir que podía hacerlo. El nivel estaba muy lejos de donde yo sabía que puedo llegar, pero al menos era algo presentable delante de la audiencia.
Llegó el viernes después de una noche dura, había dormido como un bebé hasta las 4 de la mañana, pero desde que algo me había despertado ya no pude pegar ojo. Suerte que pude dedicar ese tiempo a meditar y visualizar en mi interior como iría el evento. Decidí no desayunar para poder seguir fluyendo en mi preparación del gran momento. Además, tuve la suerte de poder hablar con Estefanía y los niños. Las 9 de la mañana aparecieron en el reloj de forma implacable y el evento empezó puntual en una sala llena de jóvenes de diferentes institutos y de la universidad de Alcoi.
Yo era el tercero en subir al escenario, honestamente había tenido mucha suerte. Solo tenía que esperar una hora antes de poder compartir mi idea inspiradora con la audiencia. Decidí olvidarme de ese tema hasta que tocara levantarme de la silla; lo mejor que podía hacer era abrirme al evento y disfrutar todo lo que estaba pasando a mi alrededor. La inspiradora puesta en escena de Hugo y las sabias palabras de Aitziber; dejaron que mi reloj volara. Cuando me di cuenta David me estaba presentando y yo me dirigía al punto rojo. Ese momento que llevaba soñando durante los últimos 4 años de mi vida.
Empecé nervioso y tenso, pero convencido de que no me iba a equivocar ni tampoco me quedaría en blanco. Y así fue. No hice la mejor interpretación de mi vida, pero me había quedado muy bien. Durante un buen rato estaba convencido de que había dicho el texto perfectamente, hasta que me hicieron notar que había cambiado una palabra al inicio del texto. Un cambio sutil, pero cargado de semántica: no son muchas competencias laborales, sino muchas competencias digitales lo que necesitan los jóvenes. Es alucinante como la mente puede confundir dos palabras sin darse ni cuenta.
Lo bueno de estas cosas es que el público ni se da cuenta. Ya que la idea queda igualmente bien explicada. Que al final es de lo que se trata. Al igual que hay que destacar este pequeño desliz quiero mencionar que tuve al menos un momento magistral. Porque una parte del texto habla de OnlyFans, una red social que los jóvenes asocian con temas eróticos y sexuales. Así pues, al mencionar esta red los chicos empezaron a gritar y a decir tonterías. Pues bien, fui capaz de reconducir la atención y seguir de una forma que hasta a mí me sorprendió positivamente.
Las palabras se quedan cortas para describir las sensaciones que uno siente después de haber acumulado tanta tensión, tantos nervios y tantas ganas de hacerlo bien. El momento había pasado y lo había hecho bien, yo diría más, lo había hecho muy bien. Todo se puede mejorar, pero podía estar orgulloso del resultado obtenido y eso me llenaba por dentro. Además, el “show” seguía vivo y mis compañeros seguían evolucionando con sus charlas, cosa que me permitía revivir una y otra vez esas grandes sensaciones. Unas sensaciones que ponente tras ponente acababan con el público en pie aplaudiendo y gritando.
Sábado tarde, el gran momento de TEDxAlcoi. Llegaba al evento en unas condiciones muy diferentes al día anterior. Había podido dormir mejor, descansar y hasta estirar las piernas. Los lazos con mis compañeros nos había convertido en amigos. La tensión no tenía nada que ver con la del día anterior. Lejos de estar relajados, pero con un nivel de seguridad en uno mismo muy superior al día anterior. Creo que ese relax, en general, nos hizo cometer algunos errores más que en el día anterior.
En mi caso, creo que lo hice muy y muy bien encima del punto rojo. Interpreté el texto de una forma excelente. Siempre con puntos de mejora, pero con un resultado mejor que en los días anteriores. Era muy curioso la sensación de ver el texto en mi cabeza, la memoria visual me mostraba las páginas del texto y cada una de las líneas que yo iba convirtiendo en una historia encima del escenario. Pero nada es perfecto y muy pocas líneas antes de llegar al final visualicé dos líneas que era incapaz de leer. No había manera de ver qué ponía en ellas y tenía que cerrar la charla. Así pues, me tocó saltarme un par de líneas. Toda una lástima por qué ambas eran una provocación para el público, la suerte es que no añadían contenido a la idea más allá de buscar tocar la fibra.
Con este sabor agridulce acabé mi puesta en escena. El público se levantó y aplaudió con fuerza. La adrenalina se convirtió en oxitocina; dicho de otra forma como esa tensión por hacerlo bien se convertía en la recompensa del trabajo bien hecho. Y así finalizaba esta experiencia que me había ocupado durante tanto tiempo. En mi lista de tareas, proyectos, iniciativas, objetivos y sueños desaparecía una palabra que me había acompañado como un ítem fijo. El símbolo de check se dibujaba y liberaba el espacio para dejar sitio a un nuevo sueño que cumplir.
Lo había hecho, se había cumplido, lo había conseguido. Estaba contento y me costaba creer que todo había acabado. Pero mi naturaleza perfeccionista me recordaba esa espinita clavada por no haber conseguido hacerlo tan bien como sé que puedo hacerlo. Por suerte, ya son 45 años compartiendo el día a día con mi voz interior. Y ahora he aprendido a perdonarme, a aceptarme y a disfrutar de los buenos momentos haciendo callar a esa voz.
Ese ha sido mi viaje durante estos últimos días. Me he esforzado, he trabajado, he llorado, he sufrido, he reído, he crecido y sobre todo he sido un poco más humano al lado de unas personas increíbles. Muchas gracias a la organización, voluntarios, a los otros oradores y al público. Sin vosotros no hubiera sido posible. Pero sobre todo gracias a mi mujer por tener esa paciencia infinita aguantándome y a mis hijos por inspirarme.
Resumiendo, la TEDx me ha permitido poner por encima de mí una gran idea que vale la pena compartir. Los oradores, organizadores y voluntarios estamos al servicio de una causa mayor que nosotros mismos. Se trata de hacer atractivas ideas potentes para tocar el público. Al final todos trabajamos para ser el cambio que queremos ver en el mundo. Y con ello nos llevamos nuestro propio crecimiento, nuestra propia maduración.